lunes. 29.04.2024
La caída del imperio

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Susana Gutiérrez |

Javier Gallego, escritor, periodista, músico y creador del programa de radio de actualidad política y cultural Carne Cruda, atrapa y sorprende con su primera novela La caída del imperio, un retrato coral de casi cuatrocientas páginas sobre el desencanto de la juventud tardía.

La trama sigue de cerca a unos amigos íntimos que se conocen desde sus veinte años. Les sitúa en un Madrid convulso en el 2011, en las horas previas a la explosión del movimiento 15 M. Durante tres días, a estos personajes sumidos ya en sus treinta y tantos, les suceden muchas cosas. Sobresale el amor por la ciudad, la música rock y la noche. Los protagonistas se mueven entre los locales céntricos más míticos de la urbe, espacios que van más allá de ser un decorado donde situar las acciones. Su lectura se estructura en tres partes con el clásico formato presentación, nudo y desenlace e innova por el juego que hay en la misma creando una experiencia narrativa plagada de capas y sorpresas literarias. La aplicación de múltiples narradores y voces, la escritura a base de monólogos interiores intercalados con diálogos, a veces internos, a veces simultáneos. Un ritmo ágil, por momentos frenético. La interesante mezcla de reflexiones poéticas con experimentos con el lenguaje, la forma o la grafía. Su acercamiento estético, en algunas partes, hacia el cómic o el fanzine como recurso potenciador de los sentidos. La música tratada como un personaje más, una banda sonora celebrada como sujeto propio, lo mismo que Madrid, cuya presencia es en si misma un estado mental. Hay mucha acción y una buena colección de maravillosas referencias culturales para descubrir y recrearse, destacando las citas a Willian Carlos Willians, Idea Vilariño y los homenajes, algunos más velados que otros, al Ulises de Joyce, El tiempo es un canalla de Jennifer Egan o a Bolaño.

Es un libro intenso y bello, que modula las emociones atravesadas por sus protagonistas para conectarlas directamente con el lector, quien tiene la posibilidad de identificarse y transformase en uno más de la pandilla.

No en vano, la novela empieza a través de los ojos de Darío, un invitado de excepción a este grupo, a quien acogen como a uno más. La mirada de Darío es nuestra mirada lectora, él se deja llevar por la fascinación de la noche a través de un equipo de seres extraordinarios, quienes quieren vivir una realidad alternativa y libre. Él nos presenta al equipo de colegas que durante las páginas siguientes tendremos la oportunidad de ir conociendo por dentro, donde estiran sus pensamientos, desarrollan sus dudas, miedos o refugios.

Nada me produce mayor nostalgia que las vidas que no escogí o me dejaron de lado. Escribiría novelas solo por vivirlas. Una descomunal colección de autobiografías paralelas en las que ajustaría cuentas con mis diarios, permitiéndome ser estas personas que no he sido. Esta es Amalia. Ella, consciente de vivir una etapa que se cierra y no volverá, analiza y reflexiona, huye y juega, siente y padece a ritmo de rock, pastillas y resaca. Ella y el resto de amigos, subversivos, valientes, rompedores y muy humanos, atravesados por el paso de los días y las decepciones. No todos están rotos, solo perdidos ante la toma de conciencia de la tiranía del tiempo. Observan como les afecta el fin de su juventud, aquel paraje que junto a la infancia, fue el lugar donde nos sentimos infinitos. Porque este libro nos apela directamente, incluyendo al mismo autor, quién explica como su escritura fue la compañera en su propia toma de conciencia del devenir de toda una época.

Este relato también es político al ubicarse en un sistema de precariedad y crisis. Una generación que procede de una base educativa dispuesta en lo no nombrado y en las promesas de un futuro fácil y cómodo “vamos a vivir mejor que nuestros padres porque hemos nacido en el reino de las oportunidades”. Las posibilidades de la vida no son lo que creíamos. La limitación de los ciclos, lo que nos gustaría ser y la rotura del sistema, lo que nos paraliza.

Heredero Gallego, como él mismo explica en diversas entrevistas, de la tradición inglesa iniciada por Joyce, Virgina Woolf o Djuna Barnes, la novela es un viaje agitado basado en el deambular de la conciencia de todos su héroes, a la par que apasionado, ardoroso, excitado, furioso, colérico, chalado, ardiente, entusiasta, fanático, radical. También temeroso, triste y rabioso como cualquier otro duelo. La esperanza o salida está en la amistad, en el amor, en el arte subversivo, en la música, en la alteración de las normas, en la literatura, en la calle. Pero la esperanza también es escurridiza y el futuro parece condenado.

La caída del imperio (portada)

Novela entusiasta que engancha desde el principio, agradece mucho su lectura dramatizada, aquí es donde se nota toda la experiencia de su autor con el medio radiofónico y es que Gallego lleva más de una década emocionándonos a través de su genial programa. Esta vez nos emociona creando literatura en un fabuloso trabajo que le ha llevado ocho años y que denota un esfuerzo y desempeño por redondear sus textos. Leer en voz alta, escuchar a los personajes interpretados en las diferentes presentaciones  del libro que está haciendo su autor o encender la playlist de canciones (algo que facilita un índice final con todas las referencias musicales mencionadas) permite entrar en un territorio sensorial que se expande más allá del papel.

'La caída del imperio' es un canto a la amistad, a la música y a la acción. Es una llamada a salir de los egos, a la apertura de muchas preguntas y a la aceptación de lo que es la vida, la vida sin más.

Es posible que su autor se inspirara en la lectura de este poema de Bolaño, reproducirlo aquí a modo de homenaje por partida doble, me permite cerrar este artículo. Aunque el tiempo pase, que maravilla pensar que nos podemos seguir sintiendo como unos auténticos perros románticos.

LOS PERROS ROMÁNTICOS

En aquel tiempo yo tenía veinte años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar ni rezar
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueñ
o: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.

Roberto Bolaño

'La caída del imperio' de Javier Gallego. La vida no es como la imaginamos